Caín de Saramago o when the evil realize they’re not as evil as they thought
"Qué diablo de Dios es éste que, para enaltecer a Abel, desprecia a Caín." J. Saramago
Matar a una persona no es injusto. Caín mató a su hermano y no es injusto.
Las personas necesitamos reconocimiento. Palmaditas en la espalda y húrras y yupies. Y puede que otro tenga más húrras y yupies, y llegue la ofuscación y todo se hunda de repente como si cayéramos hacia el centro de la tierra. Y el desespero ayuda, el desespero empuja a rasgar las paredes del agujero con rabia en el camino hacia la luz. El orgullo hace aferrarse más duramente, como si aquello fuera lo último, lo más importante. Y Caín mata a Abel porque para él no hay palmaditas y para su hermano sí. Más o menos.
Luego Dios permite. Luego Dios omite y sentencia. A su parecer. Y Caín viaja adelante y atrás, errante y perdido; tal y como le fue sentenciado por la justicia divina, observando. El ostracismo le permite analizar y oh, dios, la justicia es bastante relativa cuandose trata del señor, también conocido como dios.
¿Qué perversión hay en matar a un hermano cuando un dios aniquila ciudades enteras? ¿Qué perversión hay en anhelar y aspirar al reconocimiento cuando un dios omite constantemente el bien e impone castigo absoluto incluso para los inocentes? ¿Cómo accede el ser todopoderoso a caer en el juego ruin del laissez faire ante el supuesto mal?
Caín se pregunta. Se pregunta y cuestiona. Y vuelve a observar. ¿Quién dijo que Dios es justo? ¿Quién había dicho que Satán era El perverso?
Si alguien sabe dónde se encuentra la fina línea que separa el bien del mal, que avise.
"Si alguien sabe dónde se encuentra la fina línea que separa el bien del mal, que avise." A esto no puedo responder y no digo que siempre sea injusto matar a una persona, pero no siempre es la justicia la que vence y sobre lo que es justo o no se podrían hablar horas y horas...
"Un quejido, sordo y entrecortado al comienzo, semejante al sollozar de un niño, que luego creció rápidamente hasta convertirse en un largo, agudo y continuo alarido, anormal, como inhumano, un aullido, un clamor de lamentación, mitad de horror, mitad de triunfo, como sólo puede haber brotado en el infierno de la garganta de los condenados en su agonía y de los demonios exultantes en la condenación."
¡Casi muero de miedo!
"Si alguien sabe dónde se encuentra la fina línea que separa el bien del mal, que avise."
A esto no puedo responder y no digo que siempre sea injusto matar a una persona, pero no siempre es la justicia la que vence y sobre lo que es justo o no se podrían hablar horas y horas...